Recuerdos lejanos

"El tiempo pasa volando" es una frase que he estado escuchando de manera recurrente a lo largo de mi vida; ya sea de boca de mis padres, familiares, amigos... Es un recurso que utilizamos continuamente, sobre todo cuando vemos a una persona por primera vez en muchos años y le decimos "vaya, sí que has cambiado, el tiempo pasa volando..."; seguido de otra frase magistral "venga, vamos a quedar la semana que viene y así nos vemos más a menudo", hecho que al final no termina sucediendo por razones varias (normalmente por simple pereza). Volviendo a nuestra frase inicial, a veces me da por reflexionar sobre ella, porque aunque parezca una frase trivial y sin importancia (que en parte lo es), no significa que ésta no sea totalmente cierta.

Efectivamente no estoy descubriendo América al decir en otras palabras que "el tiempo pasa rápido", es algo que todos sabemos, el inexorable paso del tiempo nos hace presos del mismo, y también permite hacer cambios en nuestro día a día (en actividades, estudios, obligaciones...). A veces estos cambios son buenos porque permiten librarnos de determinadas actividades obligatorias que nos oprimen o no sacan a relucir lo mejor de nosotros precisamente; por otro lado, también pueden ser a peor, debido a que nos sentíamos realizados con una actividad en concreto que por diversas razones ya no nos es posible hacer más. Estos últimos casos son los que al final crean lo que nosotros llamamos "nostalgia", es decir, momentos o situaciones de nuestra vida que nunca volverán, y saber eso nos llena de una combinación entre alegría por haberlo vivido, y tristeza por no poder saborearlo de nuevo. Este fenómeno me crea un interés especial, porque da igual lo bien que estemos en la actualidad, siempre habrá un sentimiento, un retazo, un recuerdo... Que añoremos.

En la actualidad, yo soy muy feliz: tengo diversos proyectos personales que me gustan mucho, tengo tiempo para mí mismo, me relaciono con gente muy buena... Si hiciera un baremo de cosas positivas y negativas en mi vida actual, sería totalmente positivo, porque no todo fue bueno en el pasado (concretamente, en mi infancia): yo tenía unas inseguridades enormes, era bastante solitario, tenía pocos amigos y sufría por distintos problemas que no podía controlar; por otra parte, mi adolescencia fue un poco más de lo mismo, y no fue hasta que llegué a la universidad cuando empecé a ganar confianza y donde descubrí actividades que me hacían más feliz y me realizaban como persona. No obstante, siempre que miro al pasado, me vienen a la mente grandes recuerdos que añoro.

Inevitablemente me vienen a la mente recuerdos de mi infancia y adolescencia, cuando mi única preocupación era jugar al fútbol con amigos o a la Playstation 2; aquellos veranos que pasé en el chalet de un amigo bañándonos en la piscina, haciendo el tonto y tumbados en la hamaca; esa época en que mis "iaios" (abuelos) se llamaban entre ellos "Papá" y "Mamá", porque mi "iaio" aún vivía, o cuando se juntaban día sí y día también sus familiares cercanos para tomar café en casa. Escribo esto con una mano en el corazón y lágrimas en los ojos porque por muy bueno que sea el presente, siempre se echa de menos a los seres queridos. Y también me lleva a pensar que no añoro a quien una vez fui, sino a determinados momentos de mi vida que me hacían feliz.

Si me quedase con una versión de mí mismo, me alegra decir que elegiría la actual, ya que gracias a la experiencia vivida en estos veintitrés años que tengo he aprendido muchas cosas que me han hecho crecer como persona. Por otro lado, siempre envidiaré a mi "yo" infantil, porque puede pasar tiempo con sus abuelos y pasarse el día jugando sin preocuparse del mañana; o incluso a mi "yo" adolescente" por la tranquilidad que supone estar en el instituto y todavía soñar con ser "algo grande" cuando seamos adultos, hasta mucho más tarde darnos de bruces con la dura realidad. Todo esto lo he vivido, y son sensaciones y sentimientos que se echan de menos, porque los tiempos cambian, pero nuestro pasado no, ya no.

Miro a la actualidad y sé que mi futuro es incierto: no sé de qué voy a trabajar, no tengo ni idea de adónde iré mañana, o de si tendré suerte y me podré dedicar profesionalmente a alguno de los proyectos que estoy desarrollando actualmente (entre otras cosas). Pero esto realmente no me desmotiva, justo lo contrario, me motiva saber que si trabajo duro puede que algún día mire al pasado con cierta añoranza, pero sabiendo que el presente es mejor, y el futuro, también. ¿Quién sabe? El pasado está escrito, el presente lo hemos escrito, y el futuro tenemos aún que escribirlo. Pero como dijimos al principio, el tiempo pasa volando, y si queremos escribir un guión mejor para el futuro, hay que empezar ya.








Comentarios