La vida es aquello que pasa mientras las personas experimentan, sienten y, por ello, acaban cambiando. Es una máxima totalmente ineludible de la vida, nuestros gustos van cambiando conforme pasa el tiempo, y aquello que nos gusta hoy, puede que dentro de no mucho no nos acabe de llamar tanto la atención. Ya sea porque en realidad no nos gustaba tanto; por un cambio de actitud repentina; o porque simplemente crecemos y, mientras tanto, el mundo que conocemos se va haciendo más extenso y descubrimos actividades más entretenidas y realizadoras. Esto último me ha pasado a mí mismo con el fútbol, un deporte por el que sentía verdadera devoción hasta mi adolescencia pero que, con el paso de los años, cada vez lo dejo más de lado.
Desde pequeño he estado siguiendo el fútbol de mil maneras distintas: por radio, televisión, internet... También pasé gran parte de mi infancia jugando a fútbol con mi padre en el parque de delante de mi casa, jugando a videojuegos de fútbol (como Fifa o Pro Evolution), y jugando también con mis amigos en parques, calles y campos de distintos lugares. Efectivamente, era un loco del fútbol y casi no pensaba en otra cosa, mi mayor afición era esa, y tener algunos amigos que también compartieran ese gusto no hacía más que aumentarlo.
Sin embargo, considero que el momento en que esta afición llegó a su cenit fue durante mi adolescencia. Cuando llegas al instituto inevitablemente te relacionas con más gente, y como reza el dicho: "Dios los cría, y ellos se juntan". Porque sí, los amigos que fui haciendo durante esa época también tenían un gran gusto por el fútbol, quizás sea porque es el deporte más mayoritario en España, y por ello todos los niños y adolescentes lo ven para poder debatir con sus amigos o para aprender jugadas con las que demostrar su calidad en el campo del instituto (algunos con mejor o peor suerte). Entonces cuando había una quedada con amigos era para jugar al fútbol o a un videojuego de fútbol en la mayoría de ocasiones. Y en clase, ¿de qué se hablaba? De fútbol.
Con esto creo que ha quedado suficientemente claro el hecho de que mi afición al deporte rey colmó gran parte de mi tiempo durante mi infancia y adolescencia, sin embargo, ahora mismo tengo veintitrés años, tampoco hace tanto tiempo desde entonces y, sin embargo, ya no siento esa pasión por el fútbol. Sí, veo partidos de vez en cuando y sigo jugando a juegos de éste género (porque me gustan y se me dan bien), pero ni veo partidos con amigos frecuentemente, ni juego a fútbol de vez en cuando, ni debato de fútbol con... Prácticamente nadie. ¿Qué ha pasado con esa afición? ¿Cómo ha pasado a un segundo plano algo que ha formado parte de mi vida durante tanto tiempo?
Así como el instituto no hizo más que acrecentar mi gusto por el fútbol relacionándome con gente que compartía esa misma afición, mi paso por la universidad tuvo el efecto contrario, debido a varias razones: para empezar, mis amigos en clase no tenían ningún interés en el fútbol, entonces se terminó aquello de hablar en clase sobre la jornada anterior; por otro lado ya no tenía amistad con el ochenta por ciento de mis ex-compañeros del instituto (seguro que hablaré de éste tema en otro artículo); y por último (y lo más importante), la universidad es un lugar de cultura sin fin, estaba harto de seguir haciendo lo mismo y decidí explorar (me apunté a distintos deportes, a aprender un idioma nuevo, cursos...), esto hizo que no tuviera casi tiempo para nada, y que el tiempo libre que tenía no quisiera dedicarlo al fútbol, sino a descansar o a complementar lo aprendido en las clases deportivas. De modo que sustituí el fútbol por otros deportes que me hacían mucho más feliz.
Se podría decir que el hecho de no poder hablar con mis amigos de fútbol fue la causa principal de mi dejadez por el mismo, comprobando así mediante que socializar con los compañeros de tu entorno puede condicionar tus propios gustos y hacerte cambiar. No obstante considero que, aunque esto último es cierto, no fue (al menos) el motivo principal por el que dejé de sentir esa pasión; puesto que esa razón, para mí, fue descubrir nuevas disciplinas que ocupaban mi tiempo y me permitían expandir mi mente. Porque si miro atrás, recuerdo cómo en mi adolescencia tenía tiempo para todo y lo invertía sobre todo en el fútbol, no porque no me gustase nada más, sino porque era de las pocas aficiones que conocía y estaba en mi "zona de confort". Ya más mayor salí de ella y poco a poco he ido aumentando mis conocimientos y mi visión sobre el mundo, lo cual me hace sentirme muy bien.
Llegados a éste punto, los lectores que me conozcan dirán: "Pablo, no me engañas, a tí te sigue gustando el fútbol, lo sigues viendo y hablando de él". Sí, es cierto, sigo viendo fútbol, jugando al Fifa y hablando de fútbol de vez en cuando. Pero éste artículo va enfocado a que he pasado de tener como prácticamente "única" afición éste deporte a descubrir nuevas actividades, complementando ese deporte con otras actividades, teniendo así una vida más interesante y divertida. Porque salir de la zona de confort cuesta a edades tempranas (sobre todo por el "qué dirán los demás"), pero más difícil aún es hacerlo conforme pasan los años y nuestras energías se van agotando, así que hay que moverse porque siempre es bonito aprender algo nuevo, ¿quién sabe? ¡Quizás encuentres tu "fútbol" mañana!
Desde pequeño he estado siguiendo el fútbol de mil maneras distintas: por radio, televisión, internet... También pasé gran parte de mi infancia jugando a fútbol con mi padre en el parque de delante de mi casa, jugando a videojuegos de fútbol (como Fifa o Pro Evolution), y jugando también con mis amigos en parques, calles y campos de distintos lugares. Efectivamente, era un loco del fútbol y casi no pensaba en otra cosa, mi mayor afición era esa, y tener algunos amigos que también compartieran ese gusto no hacía más que aumentarlo.
Sin embargo, considero que el momento en que esta afición llegó a su cenit fue durante mi adolescencia. Cuando llegas al instituto inevitablemente te relacionas con más gente, y como reza el dicho: "Dios los cría, y ellos se juntan". Porque sí, los amigos que fui haciendo durante esa época también tenían un gran gusto por el fútbol, quizás sea porque es el deporte más mayoritario en España, y por ello todos los niños y adolescentes lo ven para poder debatir con sus amigos o para aprender jugadas con las que demostrar su calidad en el campo del instituto (algunos con mejor o peor suerte). Entonces cuando había una quedada con amigos era para jugar al fútbol o a un videojuego de fútbol en la mayoría de ocasiones. Y en clase, ¿de qué se hablaba? De fútbol.
Con esto creo que ha quedado suficientemente claro el hecho de que mi afición al deporte rey colmó gran parte de mi tiempo durante mi infancia y adolescencia, sin embargo, ahora mismo tengo veintitrés años, tampoco hace tanto tiempo desde entonces y, sin embargo, ya no siento esa pasión por el fútbol. Sí, veo partidos de vez en cuando y sigo jugando a juegos de éste género (porque me gustan y se me dan bien), pero ni veo partidos con amigos frecuentemente, ni juego a fútbol de vez en cuando, ni debato de fútbol con... Prácticamente nadie. ¿Qué ha pasado con esa afición? ¿Cómo ha pasado a un segundo plano algo que ha formado parte de mi vida durante tanto tiempo?
Así como el instituto no hizo más que acrecentar mi gusto por el fútbol relacionándome con gente que compartía esa misma afición, mi paso por la universidad tuvo el efecto contrario, debido a varias razones: para empezar, mis amigos en clase no tenían ningún interés en el fútbol, entonces se terminó aquello de hablar en clase sobre la jornada anterior; por otro lado ya no tenía amistad con el ochenta por ciento de mis ex-compañeros del instituto (seguro que hablaré de éste tema en otro artículo); y por último (y lo más importante), la universidad es un lugar de cultura sin fin, estaba harto de seguir haciendo lo mismo y decidí explorar (me apunté a distintos deportes, a aprender un idioma nuevo, cursos...), esto hizo que no tuviera casi tiempo para nada, y que el tiempo libre que tenía no quisiera dedicarlo al fútbol, sino a descansar o a complementar lo aprendido en las clases deportivas. De modo que sustituí el fútbol por otros deportes que me hacían mucho más feliz.
Se podría decir que el hecho de no poder hablar con mis amigos de fútbol fue la causa principal de mi dejadez por el mismo, comprobando así mediante que socializar con los compañeros de tu entorno puede condicionar tus propios gustos y hacerte cambiar. No obstante considero que, aunque esto último es cierto, no fue (al menos) el motivo principal por el que dejé de sentir esa pasión; puesto que esa razón, para mí, fue descubrir nuevas disciplinas que ocupaban mi tiempo y me permitían expandir mi mente. Porque si miro atrás, recuerdo cómo en mi adolescencia tenía tiempo para todo y lo invertía sobre todo en el fútbol, no porque no me gustase nada más, sino porque era de las pocas aficiones que conocía y estaba en mi "zona de confort". Ya más mayor salí de ella y poco a poco he ido aumentando mis conocimientos y mi visión sobre el mundo, lo cual me hace sentirme muy bien.
Llegados a éste punto, los lectores que me conozcan dirán: "Pablo, no me engañas, a tí te sigue gustando el fútbol, lo sigues viendo y hablando de él". Sí, es cierto, sigo viendo fútbol, jugando al Fifa y hablando de fútbol de vez en cuando. Pero éste artículo va enfocado a que he pasado de tener como prácticamente "única" afición éste deporte a descubrir nuevas actividades, complementando ese deporte con otras actividades, teniendo así una vida más interesante y divertida. Porque salir de la zona de confort cuesta a edades tempranas (sobre todo por el "qué dirán los demás"), pero más difícil aún es hacerlo conforme pasan los años y nuestras energías se van agotando, así que hay que moverse porque siempre es bonito aprender algo nuevo, ¿quién sabe? ¡Quizás encuentres tu "fútbol" mañana!
Comentarios
Publicar un comentario